En mi clase de producción de texto del Gimnasio Moderno, me asignaron la tarea de pensar en cosas que me gustaría guardar en una urna que abriría dentro de 100 años. Además, leímos el artículo de BBC mundo de Laura Plitt, sobre el proyecto de una artista escocesa (Katie Paterson) de una biblioteca futura. Esta se propone a crear una biblioteca con cien textos inéditos de escritores, científicos y filósofos que serían revelados en el 2114.
Me causó mucha intriga, tan solo imaginar, lo que estos literatos escribirían para las generaciones futuras. Y me emocionó mucho pensar en qué guardaría yo dentro de una urna que no se abriría hasta más o menos 15 años después de que mi alma descanse sobre el alto cielo.
Una semana y media después de que mi maestro me haya asignado este trabajo, y de haber pensado en las múltiples obras que guardaría, me he decidido por el libro de un gran literato, “Cartas a un joven novelista” por Mario Vargas Llosa. Precisamente uno de sus pocos textos que no fue una novela. Sin embargo, fueron tantas las opciones que se me vinieron a la cabeza sobre qué guardar en mi urna del tiempo que sería un pecado olvidarlas tan rápidamente.
¿Por qué no guardar aquello que, aunque fue sólo por un mes, llevó cinco sonrisas desmesuradas a la cara de millones de colombianos? Los goles de la selección Colombia en el Mundial De Brasil fue mi primera opción. Con el pasado de nuestra querida selección en los mundiales de fútbol, para muchos, incluyéndome, es muy difícil tener buenas perspectivas de lo que será de ella dentro de cuatro, ocho, o doce años. A pesar de que los jugadores colombianos en el exterior no han hecho más que deslumbrarse con golazos en los inicios de esta temporada. Sin importar la posición que se tome frente a la situación de donde encontrará la selección en el futuro, guardar un video de los goles, no dudo que sería la opción de muchas personas. Sin importar que ganemos o no un mundial en el futuro, guardar estos recuerdos lo harían muchos, teniendo la posibilidad.
A pesar de que no me considero fan de la música clásica, hay una canción que consideré que deberían ver las generaciones que estarán en cien años. “El arte de la fuga” por Johann Sebastian Bach fue el comienzo a la estructura de muchas obras artísticas después de la Segunda Guerra Mundial. La manera como Bach construye una fuga, dos armonías teniendo una conversación, ha sido adoptada por múltiples artistas, incluyendo aquellos de la música más moderna. Esta canción es el origen de un estilo que posiblemente perdurará por mucho tiempo. Por esto, pensé que sería una buena opción.
Es impresionante como dentro de unos cuantos versos, se puede matar los recuerdos de sufrimiento, de muerte, de un sentido de inferioridad. Paul Celan, mató sus recuerdos de sufrimiento, su recuerdo cuando perdió a sus padres tan cruelmente (sobretodo a su mama), sus recuerdos que le quedan de cuando era tan solo un jovencito en los campos de concentración. Le devolvió a los alemanes- nazi todo aquello que hicieron, le tiro todo el sufrimiento que habían causado, directamente a su cara. Su poema “Fuga de la muerte”, también conocido como “Negra leche del alba”, fue, de cierto modo, una recopilación de recuerdos oscuros para olvidar. Es como si Celan en su poema, estuviera recordando todo por una última vez, y después tirándoselo a los nazí a sus caras, en frente de sus ojos. Es extremadamente difícil saber si en cien años la gente pueda conocer lo que un autor es capaz de hacer dentro de unos pocos versos. Años de sufrimiento y miseria acopiados en una página.
Además de haber sido una canción censurada por muchos años en Francia, “Chanson de Craonne” o Canción de Craonne, es precisamente lo que un gobierno francés menos esperaba y más daño le causaría en ese momento. Esta canción nació por cierto rubor de los soldados, y hacía mala propaganda al ejercito. Impresionante ver lo que tanto sentimiento de odio puede llegar a crear. Era la canción que decía “NO METERSE AL EJERCITO”.
Entre tantas cosas, no podía faltar como candidato, una selección de los mejores artículos que escribió mi padre, D’Artagnan. O incluso, el mismo libro que se titula “Los mosquetazos de D’Artagnan”. Aquel que siempre escribió en contra de la marea. Fue la piedra en el camino de la tormenta a la que se enfrentó el mandato de Ernesto Samper. Sin embargo, después me di cuenta que, a pesar de toda la conmoción que despertaron sus artículos, no era material que podría considerarse muy relevante dentro de 100 años.
Al cabo de preguntarme tantas cosas. Y de imaginarme que será de la literatura en 100 años. He llegado a la decisión, más que conclusión, que sería importante guardar algo que promueva la literatura en cierto sentido. Que despierte las ganas de escribir de la gente. Que le recuerde a la gente, como ideas puestas en palabras puede afectar tantas cosas. Es muy difícil saber lo que será de la escritura en 100 años, puesto que somos la generación de lo apps, y no es la misma cantidad de gente que muestra interés en la escritura. ¿Por qué escribir? Porque, de alguna manera, lo que se dice queda como una inscripción en una piedra. La escritura puede mover montañas. Por eso, “Cartas a un joven novelista” por Mario Vargas Llosa es lo que yo guardaría dentro de una biblioteca futura.
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